Este artículo tiene una dedicatoria especial para mi madre, ya que ha sido ella la que me ha apoyado en todo momento y a veces siento que mis decisiones por más radicales que parezcan no las entiende del todo y tan sólo le limita a decir “Ay hijo nada más cuídate y sabes que te apoyo y te quiero mucho”.

Espero que esto le ayude a ella y a cualquiera que llegue a leerme el por qué decidí viajar.

Es difícil expresar con palabras algo tan ambiguo como el deseo involuntario de viajar y descubrir un mundo allá afuera, pero lo intentaré hacer lo mejor posible y creo que empezaré a hacerlo con frases y analogías (para los que me conocen saben que siempre uso un dicho, refrán, analogía o metáfora para todas mis historias y en mis escritos no es la excepción)

“La gente dice que lo que todos estamos buscando es el significado de la vida. Yo no creo que eso sea realmente lo que estamos buscando. Yo creo que lo que realmente buscamos es una experiencia de estar vivos” Joseph Campbell

Cuando se me vino a la mente la primera vez que decidí hacer este viaje por el mundo fue aproximadamente en el 2011, sin embargo el plan era más bien algo como un año sabático, era ir a alejarme de todo para descubrir que era lo que realmente quiero hacer de mi vida profesional y personal, mi significado de vida.

Mi idea original era irme un año de mochilero a la aventura y me encontraría a mi mismo y regresaría a México con la cabeza despejada y con un enfoque de que es lo que quiero, pero eso ya no es el motivo del viaje.

Esa idea se pospuso porque sucedió algo que le sucede a muchas personas cuando dejan pasar el tiempo, la vida se te atraviesa en el camino. En este caso “mi vida” tenía nombre y apellido, el de mi ex novia más un aumento de puesto en mi vida profesional.

No me arrepiento en ningún momento de haber dejado mi plan de viajar para vivir este periodo de mi vida, muy al contrario, estoy sumamente agradecido que sucediera pues sin todas las experiencias personales y profesionales que viví no hubiera sido posible llegar al punto donde estoy hoy.

Si no se me hubiera atravesado la vida, viajar por el mundo hubiera pasado de ser un viaje para toda la vida a un año sabático.

Nunca te arrepientas de algo que te sucede, todo viene con una enseñanza, todo lo que pasa en tu vida, cada decisión que tomas, cada persona que conoces, cada cosa que haces o dejas de hacer contribuye enormemente en el camino que estás forjando más adelante. En el momento no lo verás pero cuando menos te des cuenta te quedarás pensando cosas como: ¿es qué acaso si hay un destino marcado?

Regresando al tema, cuando terminó la relación con mi ex novia volví a hacerme la pregunta que me hice en un inicio, ¿Qué quiero de mi vida?

Es raro, desde pequeño siempre he tenido un plan o al menos una idea de que hacer o a donde ir, pero ahora que tengo 27 28, jamás me había sentido tan perdido.

Lo peor de todo, es que la sociedad y todo mundo me presentaba un plan de vida que seguir. Y es el plan que al parecer hoy en día todo mundo está siguiendo, con un orden similar al siguiente:

Termina tu carrera, trabaja, haz una maestría, cásate, compra una casa, ten hijos y sigue trabajando hasta que tengas un éxito en tu carrera. Algunos seguirán la aventura de emprender sus negocios, yo ya lo hice 2 veces, y la verdad es algo muy satisfactorio pero que al final del día está considerado dentro del plan de vida  como trabajar y que al parecer la sociedad ha impuesto como estándar para todo mundo.

Yo me preguntaba, ¿Es en serio? ¿Esto es lo único que hay en la vida por hacer? ¿Esto es mi plan de vida?

El crecimiento profesional que tuve más que beneficiarme llegó a replantearme muchas cosas. En la empresa para la que trabajaba la jerarquía era algo como la siguiente: analista, consultor, gerente, subdirector y director.  Normalmente las personas llegan a ser gerentes en sus 27-28 los más jóvenes y se mantienen ahí hasta sus 35, para pasar a ser subdirector y así sucesivamente.

Yo a mis 25 años ya era Gerente y tenía una posición que creo muchos envidiarían. Tenía la fortuna de trabajar en proyectos importantes para toda la compañía (ayudé a coordinar la compra de otra empresa), muy de la mano del CEO (Director General). Así como los CEOs de otras empresas.

Pero siempre en mi mente estaba el, ¿esto es todo?  Terminaba un gran proyecto para recibir las gracias, un bonito reconocimiento (pisapapeles para mí) y mi sueldo quincenal, sin contemplar las innumerables noches de desvelo, algunos fines de semana sacrificados y el desgaste de los viajes de trabajo, todo por la importancia de terminar el proyecto para la compañía.

Sabía que si me mantenía haciendo mi trabajo lograría llegar a tener una posición directiva en un tiempo relativamente corto comparado con el de otras personas, pero habría vendido mi libertad, mi tiempo y en cierta manera mi felicidad por dinero y un trabajo relativamente “seguro”.

Ahora bien, podría seguir con mi trabajo, y luego dar el siguiente paso, conseguir una linda esposa, buscar un gran departamento y comprarme un auto y limitar mi libertar de viajar a 15 días de vacaciones que tengo únicamente al año, pero no lo hice.

Cuando viví en Madrid, ya había probado lo que era viajar solo, lo que era conocer lugares y países, estar caminando a la deriva y decidir la agenda del día ese mismo día. No preocuparme por tener que regresar a un trabajo fijo, poder hacer lo que quisiera cuando quisiera y sobretodo vivir toda clase de experiencias, eso era una experiencia de estar vivo.

Con esto en mente mis ganas de irme se intensificaron y mis sueños se hicieron más grandes

“Creo que las personas realmente no entienden el significado de que sólo hay una vida, pues si de verdad lo hicieran todos estarían corriendo como si estuvieran incendiándose persiguiendo sus sueños”

Pero había un problema, no importa que las mejores cosas en la vida vengan gratis, aún tengo que comer para vivir y eso cuesta, entonces, ¿Cuánto me costaría hacer mi sueño realidad?

Empecé a construir mi sueño un ladrillo a la vez, y el primero era ponerle un precio, por más bajo que fuera.

En mi búsqueda de cómo ponerle un precio a mi sueño y mi libertad, me encontré un mundo de viajeros que estaban en la misma situación que yo. Decidieron dejar todo para irse a viajar por el mundo, algunos llevan más de 11 años haciéndolo y no han parado.

Entonces no estaba tan loco como creía, allá afuera hay personas con la determinación de hacer lo mismo y lo mejor de todo, es que muchos de ellos empezaron con $0 pesos en su cuenta bancaria y tan sólo un boleto de ida.

Mi determinación aumentó y decidí seguir mis sueños, decidí emprender esa necesidad dentro de mi de conocer y aprender más, cueste lo que cueste. Sentir esa emoción de estar en un país completamente diferente rodeado de personas con ideologías radicalmente opuestas a la mías y con el reto constante de seguir adelante.

Ver esos paisajes impresionantes con mis propios ojos, probar comidas diferentes y vivir experiencias nuevas día a día, y lo mejor de todo es que me di cuenta que es posible y sobretodo por un tiempo indefinido.

Esa es la experiencia que buscaba, el significado puro y sencillo de mi vida se traduce en una palabra y en todo lo que ella conlleva… viajar…

Hoy en día, mientras sigo en mi viaje por el mundo, cada vez que paso por una oficina me hago la misma pregunta, ¿Cómo es posible que la gente decida vivir encerrada dentro de estas paredes, bajo iluminación artificial, durante todo el día por la mayor parte de sus vidas cuando hay afuera un sin fin de experiencias por vivir? Es como una pequeña prisión que elegimos por decisión propia.

Peor aún es la idea siquiera de pensar que pasamos 4 o 5 años de nuestras vidas estudiando una profesión para al final terminar vendiendo nuestras habilidades, nuestra libertad y nuestro tiempo por una modesta cantidad de dinero que nos permitan “disfrutar la vida” mientras nuestro esfuerzo se traduce en mucho más dinero para alguien más.

En pocas palabras, el plan que la sociedad ha elegido para nosotros consta en decidir encerrarte en una pequeña cárcel donde darás todo lo mejor de ti, sobretodo tu tiempo, para recibir una pequeña retribución económica, pero sin olvidar que obtenemos 15 o menos días de libertad por año para que no pensemos que en realidad si vivimos en una cárcel.

Entonces si te preguntas, ¿De que voy a vivir? ¿cómo conseguiré dinero? ¿Dónde viviré? ¿qué seguridad tendré? ¿si tengo una familia? ¿si me enfermo? Y un sin fin más de preguntas o miedos injustificados, la única respuesta que te puedo dar es que no lo sé, pero eso es parte de la aventura, es parte de vivir.

En lo personal prefiero dejar una “seguridad” que obtengo al sacrificar mi libertad y mi tiempo para construir una vida basada en mis habilidades y decisiones.

El significado de mi vida depende enteramente de mí y del significado que yo lo quiera dar, y prefiero darle un significado basado en libertad y experiencias que en el convencionalismo de una vida que alguien creyó que era lo mejor para todos.

Esa es la razón por la que viajo, no viajo para encontrarme o encontrar el significado de mi vida, ya lo he encontrado. Simplemente viajo para vivir o vivo para viajar, las dos son validas para mí.