“Estamos entrando al punto de revisión de la Zona desmilitarizada, un soldado se subirá con nosotros en el autobús, revisará cada uno de sus pasaportes, los cotejará con la lista que hemos enviado previamente y que ha sido revisada y aprobada por la ONU. El soldado nos acompañará todo el camino, esto es por su protección.” Exclamaba la guía del viaje.

Estando en Corea del Sur tomé un tour que me llevaría a la Zona Desmilitarizada y fue éste justo el momento, cuando estaban revisando los pasaporte, en el que mi cerebro dijo: “Estas entrando en una zona de guerra, no lo estás viendo en la tele o las noticias, esto es real.” 

En un artículo anterior (Corea del Sur: El país de la Guerra Invisible) expliqué que Corea del Sur es un país en Guerra, una guerra que ha durado 61 años. Toda la tensión que se siente está contenida en una pequeña línea de 4 kilómetros que separa ambos países, antes conocida como el Paralelo 38, hoy es la Zona Desmilitarizada o DMZ.

La DMZ es una franja de 4 kilómetros de ancho y 238 Km de largo que separa a Corea del Norte con Corea del Sur, esta zona esta resguardada por la ONU y es de carácter hostil, es decir, en cualquier momento puede comenzar un conflicto en este lugar como ya ha sucedido antes.

El tour que tomé me llevó a Panmunjom, la primera vez que escuchaba sobre este lugar a pesar de tener una relevancia histórica ya que es justo aquí donde se firmo el tratado de cese de fuego en 1953. Lo llaman pueblo, pero en realidad tan sólo hay un puñado de personas viviendo aquí y todas se dedican a la agricultura del arroz.

Las personas que viven aquí no pueden comercializar con ningún país, todo se lo venden a la ONU y debido al riesgo que existe de habitar en esta zona, les compran la producción hasta 3 veces su precio comercial del exterior.  Hay tan sólo una escuela de nivel primario, si deseas continuar con los estudios tienen que salir fuera de la zona, si alguien se llega a casar con alguien de afuera esta persona tiene que salirse de la DMZ, no es posible que su pareja ingrese a vivir a la zona.

Todos estos datos los iba contando la guía mientras íbamos pasando por una pequeña carretera de 2 carriles justo después de que el soldado había abordado nuestro autobús. Estábamos a 2 kilómetros de distancia de donde  se encontraban los cuarteles de la zona.

El camino rumbo a los cuarteles estaba sumamente protegido, podías ver alambres de púas a los costados, barricadas en zigzag en medio del camino, casetas con soldados siempre vigilando, y según nos contó la guía, los alrededores está lleno de minas de tierra.

“Ahora que hemos revisado su información se les va a otorgar unos Gafetes que deben de ponerse en el pecho, lo más visible que se pueda, ya que del lado de Corea del Norte hay algunos snipers y si ustedes no están debidamente identificados pueden disparar” Continuaba diciendo la guía mientras descendíamos del autobús y nos entregaban unos gafete verde fosforescente, totalmente visibles desde cualquier lado.

Mientras íbamos en la carretera la guía nos había advertido que estaba completamente PROHIBIDO tomar fotografías, que ella nos diría cuando y a que se le podía tomar fotografías, el resto estaba estrictamente prohibido, por nuestra seguridad y la seguridad de los cuarteles. Así que la cámara permaneció guardada un buen rato.

“Ahora entraremos al edificio, como recuerdan hay cierto código de vestimenta como lo es: nada de pantalones cortos, blusas sin mangas, vestimenta estilo militar, con logotipos, banderas, ni ningún otro símbolo. En caso de que no hayan hecho caso a nuestras recomendaciones previamente, nosotros traemos ropa que les podemos prestar. Recuerden que al entrar al edificio sólo van a entrar con 1 cosa, su cámara de fotos que estará en su mano en todo momento. No la guarden en los bolsillos, debe estar visible siempre.”

Entramos a un edificio grande, un pequeño batallón de soldados los cuales no pasarían los 20 años estaban saliendo de éste en dirección al campo de entrenamiento. Dentro del edificio nos dirigieron a una sala de proyección y comenzaron a darnos una breve introducción de la guerra entre los países, cuando se creó la zona, y todos los pormenores. Al finalizar la introducción nos piden que firmemos una carta de liberación de responsabilidades. Una hoja por ambos lados que se puede resumir en un párrafo:

“Por la presente estás consciente que estás entrando en una zona de guerra, en cualquier momento un conflicto bélico puede desatarse y no podemos asegurar tu vida. Por lo cual no nos hacemos responsables, entras bajo tu propio riesgo. Intentaremos protegerte pero en caso de que comience cualquier conflicto favor seguir las instrucciones y tratar de resguardarte lo antes posible” Palabras más, palabras menos. La carta tan sólo era una amable recordatorio para decir: estás por tu cuenta, si algo pasa mas vale que sepas correr, por eso te advertimos que trajeras zapato cerrado.

Antes de levantarnos y salir de la sala nos hicieron la última advertencia: “No apunten, ni señalen pues eso es un gesto para indicar que quieres mandar matar a alguien y si te ven que lo haces, puede terminar muy mal” Con esas últimas palabras todo el grupo tomo un aliento profundo y nos condujeron hacia a la parte posterior del edificio por una puerta grande de cristal.

Ahí estaba frente a mi un pequeño borde en el suelo hecho de concreto en medio de dos edificios azules. Esta pequeño borde, sin relevancia, era la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte.

Frontera Corea del Sur y Norte

Primero entramos a uno de los dos edificios azules que estaba frente a nosotros. Estos edificios fueron construidos específicamente con el propósito de llevar a cabo las conversaciones entre ambas naciones y la ONU. Su interior es austero, tan sólo sillas y una mesa larga en medio de ellos con micrófonos alineados perfectamente con el borde que está afuera del edificio, es decir, estos micrófonos también delimitan la frontera de los países.

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“Y ahora, pueden cruzar a Corea del Norte” dijo la guía, todos nos miramos desconcertados y agrego “Si claro, pueden pasar del otro lado de la mesa, tan sólo no toquen los micrófonos pues estos están grabando conversaciones todo el tiempo”IMG_1999_Fotor

Del otro lado de la mesa estaba una puerta por la cual se llegaría a Corea del Norte. Frente a la puerta había un soldado resguardándola. “Ese soldado está ahí para su protección, antes no estaba pero en una ocasión soldados de Corea del Norte intentaron llevarse a unos de los turistas por esa puerta y desde entonces tenemos a un soldado ahí”

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Nadie en el grupo hablaba, todos tan sólo nos mirábamos los unos a los otros.

No estuvimos más de 10 minutos dentro del lugar en lo que nos tomábamos fotos, al salir nos pusieron afuera de la puerta por la que habíamos entrado, para ver justo frente a nosotros el edificio de Corea del Norte. Nos dijeron que teníamos 5 minutos para tomar fotografías pero que por favor no hiciéramos ninguna seña o gesto.  Si haces algún gesto obsceno o señas, Corea del Norte te tomará fotos y las usará dentro de su propaganda política en contra de Corea del Sur.

DMZ y yo

Por último nos comentaron que así como nosotros hemos visitado la frontera por el lado sur, ahora Corea del Norte está más abierta y permite la visita de turistas por el lado norte, en su mayoría Rusos. La única forma de acceder a Corea del Norte es a través de China y un proceso burocrático algo tardado.

“Se acabaron las fotos” grito un soldado y nos indicó que nos dirigiéramos de nuevo dentro del edificio. Eso hicimos ordenadamente y de ahí nos llevaron a una tienda de recuerditos. Curioso como inclusive tienen tiendas para comprar recuerditos en un lugar como este. Pocas veces compro cosas, pero ahora compré un pequeño pin que traigo pegado en mi morral de día, el que uso para cargar mi cámara y otras cosas mientras exploro las ciudades.

Join Security Area

Join Security Area

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Subimos al autobús, regresamos los gafetes y nos dirigíamos hacia la salida. En camino tuvimos la oportunidad de ver por la ventanas unos entrenamientos militares, una vez más, con hombres y unas pocas mujeres que no pasaban los 20 años.

Durante el regreso la guía habló poco, como que nos dejó reflexionar justo lo que habíamos vivido. Habíamos estado en una zona hostil en donde en cualquier momento y cualquier razón puede empezar un conflicto, era como si estuvieras parado sobre el hielo frágil que en cualquier momento se puede romper.

Creo que ninguno de los que íbamos en el autobús teníamos idea de que era lo que veríamos exactamente o lo que sentiríamos, todos habíamos visto fotografías o documentales del lugar, lo que nos daba una noción, pero en definitiva el estar ahí hace que todo cobre vida, cada uno de tus sentidos se pone en alerta, en parte por el miedo que nos fueron inculcando desde que abordamos el autobús y en parte por que todos sabíamos el riesgo que corríamos en estar en una zona donde en cualquier momento todo puede pasar.